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viernes, 21 de enero de 2011

Cadáver Exquisito 1. (Liliana López y Natalia Méndez)


Yo fui mar desierto alguna vez.
Intenté soñar pero el desvelo se apoderó de todas y cada una de mis ilusiones.
Yo fui aire fantasma de las silenciosas calles pavimentadas de historias empolvadas de recuerdos.
Fui humedad encapsulada en el rocío permanente de la vida.
Encerrada en las burbujas de agua que se formaban a mi alrededor, me tomaba la vida dentro de la vida misma. Sed era lo único que tenía.
También convertí en escombros los rastros de mi pasado.
Pasado maestro, constructor de caminos al parecer interminables, al parecer infinitos.
Pasado encarnado en miradas bondadosas y manos acostumbradas al parecer al servicio desmedido de la incansable bondad que cumple con el único propósito de no dejar en el olvido eso que realmente nos permite ser.
Sí, lo que nos permite ser y estar. Porque aunque no lo queramos estamos, estamos locos, dementes, deschavetados, fritos, tostados, con la teja corrida. La realidad nos sabe bien engañar, sí, nos hace creer que estamos cuerdos pero no es así.
Hemos enloquesido de solo ver la realidad.
Hemos optado por la ausencia, por el silencio.
Pensaba en el silencio, él me decía que nunca lo había escuchado, yo le decía que sí.
Que no era como todos decían "la negación del ruido" sino que tenía forma y luz propia.
Es el silencio lo que nos hace callar.